Los factores climáticos propios del invierno (frío, viento, cambios bruscos de temperatura, sequedad ambiental) suponen una agresión para nuestra piel.
Normalmente, solemos cuidar mucho la piel del cuerpo y del rostro en verano, para que así luzca muy luminosa e hidratada.
¿Pero y en invierno? ¿Qué pasa cuando dejamos la ropa de verano y nos ponemos el abrigo?
Pues la mayoría le resta importancia a la hidratación de la piel cuando no la tiene expuesta, cuando no la tiene que “lucir”.
Podemos pasar meses sin aplicarnos ni una pizquita de crema, y llegar el buen tiempo y querer “rehidratar” en una o dos semanas esa piel que ha estado “tapada”, seca, deshidratada, tirante o apagada durante el resto del año. ¿Te resulta esto familiar? Pues bien, es muy importante que sepas que al igual que nos protegémos cada vez mas la piel de la exposición solar, debemos protegerla también del frío, ya que pueder llegar a ser muy perjudicial sobre todo para las pieles más finas y sensibles.
Cómo tratar la piel sensible: La reacción de la piel ante el frío.
En invierno, con el frío, la piel reacciona estrechando los vasos sanguíneos para proteger el cuerpo frente a la pérdida excesiva de calor. Las temperaturas frías persistentes reducen la secreción de las glándulas sebáceas y causan la desecación de la piel.
A causa de la pérdida de calor, va a disminuir el riego sanguíneo en nuestra piel, lo que provocará un menor aporte de oxígeno y nutrientes y la dermis será más seca y propensa a la aparición de arrugas.
Las pieles sensibles son las que más sufren estos cambios, ya que pueden volverse muy secas, con rosácea, deshidratadas, alérgicas o incluso con psoriasis.
Es importante tomar abundante agua y aplicar unos productos cosméticos específicos para la recuperación de la piel dañada y para aportar más resistencia al frío.
Determinadas partes de nuestro cuerpo son más sensibles que otras a la bajada de las temperaturas y debemos conocer la forma de protegerlas.
Los labios no tienen glándulas sebáceas y son más vulnerables ante el frío.
La piel que forma los labios es muy fina y sensible, y para evitar su deshidratación o formación de grietas, es necesario aplicar un bálsamo labial o crema que realize una película protectora.
Las manos son más sensibles al frío porque tienen menos glándulas sebáceas sobre todo en la parte de su dorso, y además su exposición al frío es mayor.
Esto da lugar a unas manos deshidratadas, sequedad alrededor de las uñas o incluso a la aparición de sabañones, que son inflamaciones de la piel de carácter interno, que deriban en una especie de ampollas de un tono enrojecido, que originan dolor y picor a la vez. Suelen aparecer en inverno,como consecuencia de la llamada vasoconstricción provocada por el frío.
Las mejillas también son muy sensibles, suelen padecer sequedad y enrojecimiento, sobre todo en los niños y en personas con una piel seca y sensible.
Es necesaria la utilización de cremas específicas y de calidad que ayuden a la formación de una película y barrera contra el efecto de la humedad, el viento y el frío.
¿Quieres saber si tienes la piel deshidratada? ¿Tienes la piel sensible o seca y no sabes que cuidados proporcionarle?
Contacta con nosotros para un diagnóstico facial, información sobre nuestros tratamientos en cabina o sobre nuestros cosméticos de calidad.