Llega el sol y en España la mayor parte de las grandes ciudades se quedan vacías por el éxodo a la playa de todos aquellos que tienen la suerte de poder disfrutar de unas vacaciones.
Se multiplican los anuncios en televisión y los avisos gubernamentales sobre la necesidad de cuidar la piel, de protegerse ante el sol, de usar protector solar. Las indicaciones en este sentido no tienen fin: colocarse el protector al menos media hora antes de la exposición solar, repetir el proceso después de baños prolongados y tras varias horas en la playa -o en la piscina o en la montaña-, usar un factor de protección solar alto para los niños y las personas con la piel muy blanca, no tomar el sol entre las 12 y las 16 horas, y así hasta el infinito.
El miedo a los posibles cánceres de piel no ha hecho sino incrementar el miedo a los efectos del sol, pero también los rumores sobre la exposición o sobre el efecto que tienen los protectores sobre nuestra piel. ¿Crees que sabes realmente qué significa y para qué sirve una crema con Factor de Protección Solar 15?
La mayor parte de la gente sólo sabe que cuánto mayor sea el Factor de Protección (FPS) mayor será la protección, pero poca gente sabe cuánto mayor será esa protección. Por un lado, un mismo factor de protección no protege igual a todas las personas, sino que el efecto o la pantalla de protección que ejerza dependerá del tipo de piel de cada uno.
Una persona con una piel excesivamente blanca o delicada que tarda un minuto en quemarse al sol, si utiliza un protector con FPS 15, debe saber que el tiempo máximo que ese protector tendrá efecto sobre su piel y evitará que se queme serán 15 minutos. Si la piel de otro tarda 10 minutos en quemarse al sol ese protector le protegerá durante 150 minutos y así con todos los demás.
Así la protección se podría clasificar en mínima (FPS 2 al 11), moderada (12 al 29) y alta (más de 30), pero los expertos advierten que la diferencia entre un protector de 30 y uno de 60 o más suele ser mínima, aunque el precio de los productos aumenta considerablemente. En estos casos, y ante la duda, es mejor preguntar al médico o farmaceútico a la hora de escoger.
Las variantes de la radiación ultravioleta
Otro detalle a tener en cuenta es que el tiempo en el que una piel tarda en quemarse varía según el índice de radiación ultravioleta (UVI) que cambiará según el lugar y las condiciones atmosféricas. Por ese motivo, una persona tardará más en quemarse en Asturias que en Canarias, porque el UVI de las Islas es mayor.
Además, según el tipo de protector soportará baños de 15, 20 ó 40 minutos, algunos incluyen esta información en los recipientes y otros no. Los médicos recomiendan siempre que se pueda repetir la dosis de protector tras un baño en el mar o la piscina.
Pero, la dificultad no acaba ahí. Los rayos que pueden quemar nuestra piel pueden ser de dos tipos UVA o UVB. Los rayos UVA son los responsables de la pigmentación de la piel y del bronceado de retardo, por otra parte los rayos UVB tienen más energía, pero penetran poco en la piel. Los efectos de los rayos UVB son a largo plazo, son acumulativos -aquello que las abuelas describían como la memoria de la piel-, y por eso son los responsables de las quemaduras y del cáncer de piel. Por eso, cuando una persona se quema reiteradas veces en su juventud, hay más posibilidades de que la piel genere un cáncer, aunque haya estado protegida el resto de su vida. Muchos de los protectores ya incluyen la protección contra ambos tipos, pero no está de más revisarlo siempre antes de comprar.
Tomar el sol, aunque es bueno para la salud, relaja y además mejora el aspecto, no es una actividad que deba hacerse sin tener en cuenta los cuidados necesarios para que a corto o a largo plazo no deje efectos perjudiciales en la piel.